Me considero un tipo afortunado por muchos motivos. Uno de ellos es que varias veces la vida y mi profesión me han regalado la posibilidad de participar como actor o testigo de momentos que transformaron la sociedad.
Este domingo viví uno de esos momentos, en los que parece estar construyendose (o reconstruyendose) una manera de hacer política.
Habíamos tocado en Valladolid el sábado 29 y recién teníamos nuestro regreso a México el domingo 30 a la noche. Decidimos pasar nuestro día libre en Madrid.
Para ese día el 15-M tenía en su acampada de Puerta del Sol una Asamblea General en la que se decidirían los pasos a seguir en este movimiento generado espontaneamente y que muchos entienden como una continuación de la revolución que comenzó en Túnez en enero de este año acabando con la dictadura de 23 años de Zine El Abidine Ben Alí, y extendiondose luego a Egipto y otros países de Medio Oriente y el norte de África.
La brutal represión policial del viernes 27 en Barcelona que dejó como saldo más de 100 heridos no hizo más que multiplicar la indignación y participación, no solo en España. Para el domingo, mientras estabamos en Puerta del Sol, ya había noticias de que en París se estaban movilizando a la Plaza de la Bastilla (lo que terminó también en represión) y se comentaba conmovidos como en Bruselas el espíritu de fraternidad de los asambleístas se manifestaba claramente en un cartel que rezaba «somos un barrio más de España».
El sábado 28, cada barrio había realizado su asamblea en donde se consensuaron las propuestas que se llevarían a la Asamblea General. Atención a esto: las propuestas no se aprobaron por votación sino por consenso. La diferencia no es menor. La votación impone el deseo de la mayoría -lo que no es poco- mientras que el consenso supone una actividad más prolongada, responsable y difícil: ponerse de acuerdo.
Según los cálculos del 15-M, participaron unas 25 mil personas en las primeras asambleas de barrio que luego enviaron a sus delegados a Puerta del Sol el domingo.
Me encontré de repente asentandome con el grupo de Getafe, el barrio de mis primos, en el medio de la Asamblea. Desde allí pude observar cada detalle de lo que iba sucediendo. Era emocionante ver y oir todo lo que transcurrió en un ámbito armónico, solidario, respetuoso y hasta con toques de buen sentido del humor.
Al lado de los delegados que pasaban a enumerar sus propuestas había dos interpretes para no oyentes que traducían en simultáneo. El apoyo o rechazo a lo que se iba diciendo se manifestaba por un sistema gestual claro e inclusivo.
¿Que se propone? Aquí van algunas de las consignas que se escucharon y leyeron esa tarde en la plaza:
-Un sistema democrático realmente representativo, para lo cual es necesaria una reforma a la Ley electoral.Tengamos en cuenta que en España se vota con lo que en Argentina llamamos «lista sábana», una lista que NO puede separarse. Esto favorece claramente el bipartidismo. Se está pidiendo un sistema en donde uno pueda votar por separado los candidatos a cargos ejecutivos y los cargos a legisladores, lo que le daría una representatividad en las cámaras a los partidos minoritarios.
-Una política económica que no esté al servicio de los intereses financieros de los bancos. Parece mentira que haya que seguir luchando por esto y que los líderes del mundo no estén viendo que ya es imprescindible un cambio en esta manera de hacer política. La crisis del 2008 no parece haber conducido a ninguna reflexión seria.
-Un cambio en la legislación fiscal que aumente la carga impositiva a los que más tienen, así como reformas en la legislación para proteger al ciudadano frente a las condiciones de los préstamos hipotecarios de las entidades financieras.
-Modificación de las políticas migratorias ( se convocó repetidas veces a la participación de los inmigrantes en las asambleas) y un alto a la discriminación.
-Alto a los recortes de los presupuestos públicos de educación.
-Políticas apuntadas a generar trabajo para la gran masa de desocupados que ha generado este sistema perverso.
-La continuidad de la acampada, o como alternativa la permanencia en su lugar de una presencia fisicamente menor que la represente sin tanta exposición y desgaste.
-La continuidad de las asambleas en cada barrio, con grupos de trabajo que sigan desarrollando las propuestas que se fueran aprobando.
etc, etc, etc… porque hubo más, mucho más.
El movimiento que se generó en España, al igual que el de medio oriente, representa en un porcentaje importante a jóvenes y adultos jóvenes con un buen perfil académico, universitario y profesional que se sienten indignados por la falta de expectativas ante la situación del país.
Es una realidad que se refleja en todo el mundo con distintos matices regionales y espero sinceramente que sigan apareciendo focos en distintos países.
Mientras tanto, los líderes políticos reaccionan de distintas formas: unos se mantienen inmóviles y expectantes, como si estuvieran tratando de resolver de que manera calmar los ánimos sin que esto menoscabe el poder de su anquilosado orden, o peor aún muestran su miopía pidiendo el desalojo inmediato como es el caso de la conservadora Esperanza Aguirre del gobierno de Madrid, o el alcalde de Santiago de Compostela que amenazó con que si el campamento no se levanta este martes, lo hará levantar por la policía.
No hay que olvidarse ante estas declaraciones, que España es un país en donde los avances democráticos fueron lentos y parciales luego de la dictadura franquista. Una dictadura que no acabó expulsada por su pueblo sino sencillamente porque murió el dictador. Y por eso el valor de este movimiento es mayor, como mayor es el salto democrático que la sociedad reclama.
«Esto debería pasar en México» comentó la menor de los músicos del grupo, mexicana de Chihuahua y que acaba de cumplir los 23. Bueno, pues las cosas no pasan solas m’hija. A ponerse lo que haga falta y hacerlo. «Yo no soy una líder revolucionaria» me respondió. Error nuestro. No hace falta ser un líder revolucionario ni esperar a que aparezca uno y eso es lo que están demostrandonos desde hace meses en Medio Oriente y ahora en Europa. Una vez más a lo largo de la historia, lo que está funcionando es la reacción y participación popular, el trabajo de equipo y las asambleas representativas. Los líderes aparecen y se forman con el trabajo.
Ahora nos queda la responsabilidad de descubrir como luchar cada uno desde el ámbito que conocemos y al que pertenecemos. Mis felicitaciones a los que ya lo hacen. Mi total admiración para los que nunca dejaron de hacerlo, aquellos que Bertolt Brecht claramente llamó «los imprescindibles».
Aquí voy despidiendome y terminando la primera crónica para mi blog ¿Que tiene que ver esto con la música? Todo amigos, todo. La música me llevó ese día a España y hacía mucho que una música no me emocionaba y motivaba como la de esas voces que me hicieron lagrimear en la plaza más representativa de Madrid.
Saludos y será hasta que algo me ponga de nuevo por aquí a escribir.
Juan Martín Medina