Hace unos días me escribió el amigo Germán Arrascaeta, para pedirme una consideración breve sobre mi reciente nominación a un premio Gardel por «En el Sendero», un disco que edité el año pasado grabado casi integramente en vivo en el festival «San Vicente Jazz» de Godoy Cruz, Mendoza.
La síntesis no es una de mis virtudes y por más que lo intenté, la consideración no fue lo breve que seguramente Germán quería. Pero confiando en su capacidad de encontrar lo más sustancioso para el artículo que fuera a escribir y que saldrá en la edición de la Voz de mañana, decidí mandárselo completo y que él corte y recorte a gusto.
Y por acá lo pongo enterito para el que quiera darle un vistazo.
«CONSIDERACIÓN (no tan) BREVE SOBRE LA NOMINACIÓN A UN PREMIO»
Debo decir que me sorprendió. No es por falsa modestia sobre mi trabajo, sino porque realmente desconocía la intimidad y el criterio «gardelianos» y tenía el prejuicio de que el hecho de ser un disco independiente en un premio que dan los empresarios de la industria, probablemente reduciría el porcentaje de posibilidades. Parece que no es tan así, para beneficio mío.
¿Cual es la importancia de la nominación y el premio? Recién ahora me estoy enterando. Por ejemplo aquí estoy, escribiendo para La Voz mientras escucho los «10 caprichos de Carnota», de cordobeses también ternados.
El sólo hecho de estar nominado en un año en el que casi no podré tocar en Argentina (a causa de algunos proyectos que estoy grabando en México y de las giras con Julieta Venegas) le dió oxígeno a mi trabajo, regalandome esa magia que todos los que pasamos mucho tiempo fuera del país anhelamos: estar presentes en nuestra obra aún estando fisicamente ausentes.
He recibido en este tiempo una cantidad de pedidos de material por parte de gente de prensa que no me conocía o que solo sabía de mis participaciones con otros artistas. Todo esto me evidencia un beneficio directo: más difusión que puede redundar luego en trabajo, que más allá del reconocimiento, es lo que necesitamos para seguir adelante.
«La nominación ya es un premio» me han dicho mucho en estos días. Sí claro, pero creo que todos los que llegamos hasta acá ahora queremos tener un «Carlitos» luciendo en algún estante de la casa.
¿Posibilidades? No lo sé. Ya me despojé del prejuicio y en mi rubro los tres nominados tenemos propuestas tan absolutamente diferentes que me genera una gran intriga saber que va a pasar, cual será el criterio de selección. Cualquiera de mis compañeros de terna (Nahuel y Paloma) puede obtenerlo también, sus trabajos me parecen muy meritorios.
Lo que si sé es que si llegan a darme ese premio, se romperían para mi (y para varios) por lo menos dos o tres mitos del «deber ser» de un disco para estar premiado.
Si eso llega a pasar, seguramente nos daremos el gusto de conversarlo.»