Paola Bernal, la Pao para casi todos, cantora inmensa coscoína, es sin lugar a dudas la artista musical contemporánea de proyección nacional más importante que tiene Cosquín. Por alguna razón absurda este año quienes tienen en sus manos la programación del festival no la han incluído, aún habiendo sacado un gran disco en el 2022 donde además de continuar transitando ese camino en el que se renueva permanentemente, sin repetirse, enfrentando el riesgo que significa el cambio del crecimiento pero a la vez manteniendo la coherencia conceptual que la acompaña desde aquel primer disco producido nada menos que por el gran Chango Farias Gomez, esta vez suma la particularidad de que todo el repertorio es de composición propia, en coautoría o de creación colectiva (lo cual también es un bello concepto).
Una artista que además ha decido habitar su ciudad, participando activamente de lo que acontece en aquellos ámbitos en los que realmente se sostiene día a día la construcción del arte, la cultura y la identidad desde un lugar social y comunitario. Como bien canta Horacio Sosa en su canción, ella (como él) quiere “ser pero acá”, en su ciudad y no migrando a las ciudades capitales en donde según se comenta, atiende ese dios caprichoso.
¿Estoy equivocado si afirmo que la lógica de cualquier programador sería ofrecer el llamado escenario mayor del folklore argentino como ámbito natural para que esta artista local que enaltece a su comunidad representándola culturalmente en el país y el mundo presente su nuevo disco en el marco del festival? Tomense por favor un ratito para pensar que harían ustedes. Muy bien. Ya está. No creo que les haya llevado más de 2 segundos responder. Pues les cuento que para mi sorpresa esto no sucedió y es a mi criterio, vergonzoso.
Pero el arte sigue su camino, las obras van más allá de las cortas miradas, los intríngulis e intereses mezquinos de los funcionarios de turno. Espero que lxs señorxs que ocupan pasajeramente ese espacio entiendan alguna vez que los cargos pasan y su paupérrimo poder se diluye en la inmensa trama de la miseria política. Lo he visto a lo largo de mis ya muchos años en personajes de talla bastante más grande que la que hoy portan ellos.
La obra artística queda, se proyecta , se expande. La memoria de los pueblos se nutre de las expresiones culturales de todos sus miembros. De la construcción colectiva cotidiana, de ese andar y hacer diario. Y eso es lo que trasciende.
Ayer, martes 11 de abril se anunciaron las nominaciones a los premios Gardel 2023.
Y si….. seguro ya adivinaron a donde quería llegar: el disco de Paola Bernal, “Agua de Flores” está nominado (para sorpresa de nadie que lo haya escuchado) como “mejor álbum de artista de folklore”. Podría haber empezado por aquí nomás y ahorrarles la perorata previa. Pero hace rato que vengo pensando en eso que escribí y que mejor oportunidad que esta para compartirlo con ustedes.
Como bien me hizo ver la querida Laura Ros cuando me tocó pasar por esa situación en el 2016, la nominación en si misma ya es un premio porque la vota un gran grupo formado por colegas, gente de prensa y de ámbitos involucrados conocedores del asunto. Es entonces un bello reconocimiento, una caricia al alma.
Obviamente, cuando llegás hasta ahí por más modestia y prudencia que quieras tener, empezás a soñar con la posibilidad de que te toque el “premio premio” y llevarte la estatuita a casa!
Los demás ternados también son colegas admiradxs y queridxs. Pero sabrán entender que esta vez mi corazón y energía vayan con toda la intención a que el premio termine en manos de la Pao.
Mientras tanto, con estatuilla o sin estatuilla, yo si fuera funcionario de cultura de Cosquín estaría pensando en como saldar esta falta con ella, no sea cosa que vuelva de Buenos Aires con la sonrisa de Gardel en su mano, en su pecho, en su rostro y otra vez queden, en el mejor de los casos, como unos torpes.
Va link a la música, para los que quieran asomarse
https://youtube.com/playlist?list=OLAK5uy_nXMXqoAofTW6TPf98Do_sKx0tWju87BDM